miércoles, 28 de noviembre de 2012

El viaje...

La madrugada se tornó húmeda y caliente. Entre sueños descubrí el carmesí de tu llegada y, contrario a los pronósticos, el miedo no acudió a la cita. Fue mi voz, salida desde lejos y llamando a tu padre, lo que rompió con mi modorra.
Lo que siguió fue hacer maletas, meter en la valija el coraje, la incertidumbre, la emoción y las angustias. Como por instinto, nuestras caras de novatos se tornaron paternales, seguras. Después, nuevamente el sueño, recogiendo fuerzas para el extraordinario viaje venidero.
 Al salir el sol nos esperaban las expertas manos de quien con increíble destreza abrió la puerta dos centímetros más, invitándote a llegar, mientras nosotros repasábamos los planos, los puentes a tender, los pasos a seguir para llegar hasta tu encuentro... un trayecto que al final fue improvisado.
 A la tarde, una comida insostenible con apetito indeciso me anunció el primer relámpago, un rayo que como una piedra en agua, cayó en mi centro y se extendió hasta alcanzar cada punta de mi cuerpo. 
 Una tormenta eléctrica me desbrozaba de manera intermitente e interminable, y el agua abrió mi cuerpo como un maremoto. Mi conciencia se fue al fondo, a la mera entraña, hacia ti. Te sentí con una fuerza inminente, montándote en cada estruendo hacia la salida. Un muro se enterró entre nosotros y el mundo, eramos tú y yo, sorteando, pasando, rompiendo... naciendo. 
 Tu padre nos miraba desde lejos, queriendo adentrarse al huracán, metido hasta el cuello en el agua, braceando, peleando, queriendo llegar. Nosotros lo miramos desde lejos, como ausentes, sabiéndolo cerca, allá, absorbiendo cada milímetro de fuerza que sus ojos angustiados nos lanzaban.
Aire, mis puños cerrados asidos a la vida, mi cuerpo contrayéndose con una fuerza titánica, inmedible, desconocida... una, otra y otra vez y entonces tú.
La vida, la luz, Big Bang, mi niño de agua... entonces tú y entonces yo, volviendo, regresando convertida en otra, transformada en mariposa, por fin aérea después de vivir anclada en tierra. Nacimos, tú y yo nacimos ahí.
Ahora te veo, te amo, te palpo, te elijo, te vivo, te sumo, te doy, te absorbo, te lucho, te entrego, te mimo, te aprendo, te sé, te nombro y en tí enuncio al universo.
Ahora nos sabemos, nos sabemos junto a tí.