martes, 8 de diciembre de 2009

Aquiles... (Octavo)


Aquiles es una tormenta en calma lejana y ajena, que surge en epicentros ciegos y sordos y revienta en el centro de mi pecho, como un maremoto sin la justicia de tener siquiera mar.

Aquiles tiene los ojos pequeños, escurridizos, ojos que deshebran al mundo color por color, movimiento por movimiento, luz por luz, ojos que analizan puentes y pasos, montañas y ríos, ríos cuyo caudal no siempre es agua cristalina, los ríos en los que yo nado.

Aquiles tiene la fuerza de un terremoto escondida detras de la boca, un país que se abre, que se da a palabras y besos, a veces en contra de los deseos de su dueño. Aquiles es una ecatombe, el big bang de mi universo.

Aquiles tiene alas en los talones y música en las manos, estira los dedos y surgen arroyos de luz sonoros, Aquiles el veloz, el de los pies ligeros.

Las manos del troyano son delgadas, tibias, rozan como el aire y te atraviesan como el viento montañoso, cruzan tu pecho y se atoran como anzuelos.

Aquiles en mis ganas, Aquiles río de letras, Aquiles imposible, Aquiles aquí...

Cuando estalle la guerra, cuando el troyano se vaya, tendré preparado mi caballo de madera en el centro de este mundo aqueo.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Las noches de el Mesías...


Una noche del Mesías es una tipo stargate a un mundo de cuatro por cuatro con más colores que el infinito cotidiano, es como cerrar los ojos y clausurar los oídos a la realidad del diario, como salirse del mundo por un par de horas para no volverse loco.

Siempre aparece de la nada, se exilia en silencios como siglos y de pronto, un día, lanza una botella al mar con un mensaje: hora y fecha... sólo resta acudir al encuentro, resarcir la maravilla.

El centro de la noche son sus ojos, obsidianas enredadas detrás de sus pestañas. Negros. Abismáticos desfiladeros en los que me paro de puntillas, como para no caer. Ojos azarosos. Una mirada suya es como lanzar una moneda al aire, nunca sabes de qué lado va a caer, si te va a saber gloria o a culpa.

No sé qué tan humano sea en el diario, detrás de qué hombre gris esconda su poderío... a veces me gusta imaginarlo fuera de esa caja de pandora donde se han fundado la mayoría de mis recuerdos. Al vivirlo así quizá lo pensaría de otra forma, quizá descubriría al Dr. Jekyll detrás de un maravilloso Mr. Hyde y él encontraría en mí a una Edith Piaff en el declive detrás de la gigantezca veinteañera.

Así, como se ve, es un incendio, es convertirnos en un par de Nerones cuando Roma es del tamaño de un colchón.

Lo que nos hace la noche es que ésa habitación parezca un agujero negro que nos transporta a otra dimensión. Es como si yo fuese un personaje de película en blanco y negro y con cada roce, como piedrita cayendo al agua, me inyectara color hasta quedar completamente luminosa.

Una noche con el Mesías es perder el miedo a estar desnuda, es ser vulnerable sin saberlo, sin sentirse presa o blanco de los golpes que resultan de ciertos besos. Es no saber que se siente justo cuando se está sintiendo, es sólo cerrar los ojos, dejarse ir, tenderse en una playa morena a escuchar el mar... dejar que su risa borre nubarrones.

miércoles, 25 de noviembre de 2009


Casi treinta días sin letras y todo pinta para que siga la sequía... será la falta de besos, la casi conciencia del no, del jamás, la distracción en los proyectos importantes, la avaricia de lo urgente, el mes de alquiler moroso, las ganas de tomar por asalto o por descuido un beso y la mariconés de no hacerlo, la castrante prudencia.


Dice Ángeles Mastreta que se necesita estar enamorada para ser extraordinaria, para que la palabra fluya y envuelva, para tener ideas fantásticas cuyos resultados, si es unilateral la cosa, generalmente son desastrosos... pero al final concluyo lo mismo: escribo mejor en tal estado, me vuelvo más afilada, certera, elucubro maravillas que no les resultan tan maravillosas, ja! y debo agregar que soy mejor aún cuando no soy querida, o al menos no de tal forma, suelo intentar romper bocas con canciones, mal intencionada, mal intencionada, mal intencionada... de todos modos el manual del savoir faire nunca me funcionó, aunque tampoco lo otro.


Labia... puro aire, nada. Nada de mi ni de tí ni de nadie, labia y notas. Papeles, papeles, papeles, el primero, el segundo, el sexto, la quinta y lo que falte. Ojalá el hastío un día le llegue al desamor antes que a mi terquedad. A ver a qué hora me canso de quererte tanto... para poder quererte limpiamente.


Ojalá un día logre ser menos juez y más humana, que el "pus qué carajo!!" le gane al "no me atrevo", que el "ya ni modo" venza al "mejor no"... a la mera y así sería menos dificil perder lo imperdible... es sólo mi manía de cortarme la cabeza.


La ocicona

jueves, 29 de octubre de 2009


Hace días que los veo en joda, literal....

Mi cuarteto de ases, mis cuatro mosqueteros, mis pilares, mis ganas, mi fe...

Con qué pago desveladas? con qué pago el cansancio? con qué pago el empeño?...

Mil GRACIAS, con mayúscula, MIL GRACIAS... mi joe, mi jai, mi cariño, mi pirrín... mencionemos a mi harry, mi mau, mi omar, mis dos adrianes...

Creo que estoy en la cuna indicada, con la gente que debo, la fe va más de aquí pa' allá... por la compañía nunca antes sentida, por todos los cobijos, los besos, las noches largas (no siempre gratas, pero siempre buenas), gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias X el infinito impreso en sus ojos cada vez que los veo cansados.


Los amo.

jueves, 22 de octubre de 2009

De reciprocidades...


Seamos francos, nadie hace nada sin esperar nada, nadie es tan buen samaritano como para invertir su tiempo, espacio, amor, dinero, fuerza, etc. en algo que no rendirá algo de fruto que beneficie de algún modo al individuo, entiéndase a nosotros mismos.

Hace días que vengo pensando esto porque yo soy de las que siempre dicen que si haces las cosas esperando algo a cambio, puedes decepcionarte a la hora de los resultados, que es mejor no esperar nada, así cualquier cosa te sorprende... aunque no siempre para bien, pero al menos no hay un desencanto de por medio. Creo que siempre he operado de tal forma, o al menos he fingido demencia lo mejor posible cuando las cosas no me salen como quiero y me limito a disfrazar la frustración, el dolor, el coraje o lo que sea con la mejor cara que tengo y diciéndole al o la, los o las responsables que no se preocupen, que no hay problema.

Pero hablemos también de justicia. Estoy de acuerdo que muchas de las cosas que uno da o realiza, lo hace de corazón y por el puro gusto de ayudar al prójimo-próximo, sobre todo si se trata de alguien a quien se quiere, sin embargo, no se puede evitar sentir que eso genera un compromiso !!desde los principios básicos del carnalismo pues!!... y es muy doloroso cuando uno se da cuenta de que no o de que no tanto al menos. Hicieron un barco y no sólo me subí para el crucero poca madre de la cosecha de los frutos, estuve trabajando a lomo rajado casi un año hasta que vimos resultados y el barco zarpó... y en aquel momento, el capitán o capitanes tomaron decisiones y tales fueron respetadas y acatadas, porque aunque todos pusimos un trozo de madera para construírlo, el barco siempre sigue siendo de quien es.

Ahora estoy haciendo yo mi barco, he tomado mis decisiones... ¿quién está y quién no?... cuasi absurda pregunta cuando se trata de la misma gente.


Perdón por la tristeza...


La brúfula...


viernes, 16 de octubre de 2009

Crónica de un día...




(Por el cansancio)




Te levantas. Te faltaron como diez horas de sueño y sabes que vas incrementando la deuda que ya cuenta años entre sus números rojos. Por más que te ahorras ovejas no te alcanza el tiempo y lo único que logras es sentirte más y más cansado, más y más revuelto, más y más y más y más… y cada vez menos entusiasmado por nada.

Te metes al baño y después de observar detenidamente por unos momentos tu semblante hinchado, los ojos inyectados de cansancio e inevitablemente pensar “¡qué jodido estoy!”, abres la regadera en un acto de valentía y te lanzas al interior. La limpieza revive muertos. Te vistes como autómata, apenas distingues los colores de la ropa que te pones y a tientas tomas el celular, las llaves y demás aditamentos imprescindibles durante el día… siempre, según tú, cargas lo mínimo indispensable, pero esa mochila pesa como la peor de las culpas, más a esta hora.

Sales a la calle, el aire, siempre frío, te da en la cara como queriendo despabilarte un poco más. Comienza el día.

Las horas pasan lentas pero fugaces, no piensas en otra cosa que en terminar lo que en ese momento haces, con la cabeza en todo lo demás que estás dejando de hacer por dedicarle tiempo a una sola cosa. Vas de la computadora a los papeles, de los papeles al trabajo extra, del trabajo extra a los compromisos pendientes, de los compromisos otra vez a la computadora y así sucesivamente. Tu horario se ha vuelto el peor de los enemigos, quisieras agregarle más horas al reloj, al menos para utilizar las pocas que inviertes en dormir y darles algún provecho.

Por si el ajetreo fuera poco, a veces la vida se empeña en hacer que todo salga mal o medianamente bien. Vas librando obstáculos, a veces de pie, a veces a gatas. La desesperación se apodera de tu estómago y llega el mal humor. Tus ojos se ponen oscuros, no tienes ni dos minutos en cualquier lugar cuando ya quieres irte a otra parte… se llama hastío. Como si todo se empeñara en apagarte, en volverte un cúmulo de engranes funcionalmente ensamblados.

Miras a tu alrededor y casi envidias las vidas ajenas, las que tienen tiempo, las que aún no perdonan el café vespertino con una buena charla… ¡Hace tanto de eso! No queda más que aguantar e intentar dar el ancho a todo lo que tienes encima, con esfuerzos sobrehumanos o inhumanos ¿qué lo define, la resistencia física, las ganas, el record Guiness, las ojeras, el enojo o el grado de aislamiento-soledad alcanzado?

A ratos tienes chispazos de energía, de euforia, se te escapa alguna risa como una explosión y te reconoces en ella, entonces tus ojos vuelven a ser los mismos de antes, aunque sea por una milésima de segundo. Notas en la cara de los otros la satisfacción de haberte traído de vuelta, gusto que les dura el resto de la noche. Después, la rutina vuelve a devorarte, a desaparecerte. Todos lo entienden, son víctimas de lo mismo en mayor o menor grado.

Vuelves a casa, aún falta cumplir con diferentes cosas… sabes que la noche otra vez será larga y el sueño corto… soñar, un verbo asesinado por el agotamiento. Trabajas sin siquiera chistar, la cama llama, pero hay prioridades y una encabronada necedad de mantener mil barcos a flote.

Por fin terminas y ves la cama como un paraíso desde hace tiempo ajeno, no deja de ser reconfortante, pero pareciera que ya no brinda el mismo alivio. Das una última visita al baño y te dispones a entrar en un estado de inconciencia completa, al menos por unas horas… y cuando eso pasa, si alguien pudiera ver tu cara, tu dormir con tal cansancio, entendería cuán grande eres.
Para mi Joe, por la plática de ese lunes agotador, afuera de semillones...

jueves, 8 de octubre de 2009

Si yo fuera una princesa...


Si yo fuera una princesa
andaría con la cabeza
colma’ita de mariposas,
Y no repararía en cosas
Que pudieran deshacer
Mi mundito tan liviano,
Tan cargado de placeres,
Y sin conocer deberes
Viviría en ocio mal sano.

Si yo fuera una princesa,
De esas todas fragilitas
que se hacen las tontitas,
Buscaría un caballero
Con armadura de hierro
que matando al dragón
me llevara en su caballo
atardeciendo septiembre
al país de los felices para siempre.

Ya después de nuestras nupcias
Mi galante caballero,
También perfecto marido,
Por supuesto, un buen partido,
Me haría un par de tretas sucias
Con varias de las mozuelas,
Pero seré muy decente,
No sea que sepa la gente
Los secretos de la corte.

Mi príncipe azul después
De los hijos y sus huellas
En mi cuerpo maltratado,
Empezaría a sentirse atado
Y buscaría otras aventuras
Lejos, en otras llanuras,
Mataría otros dragones
Y salvaría a otra princesa
Diez años menor que yo.

Ya viejos y sin salud
Él, necio en sus viejas glorias,
Yo, igual de tonta y con tedio,
Viviríamos aguantando sin remedio
Sólo por acompañarnos,
Haciendo que no sabemos
Que el amor duró un suspiro,
Que nunca fuimos felices
Que se nos volvieron buitres las perdices.

Por eso no soy princesa
Ni busco un príncipe azul,
Es mejor ser la madrastra,
O las hermanas solteras,
Pues no dudo que aunque feas
fueran bien inteligentes,
Con trabajo y profesión,
Con cerebro y corazón,
Aunque sin pretendientes.

Demasiado independientes,
Las vetadas pa’l romance,
Las que nunca serán esas
princesitas de los cuentos,
las que no tuvieron hadas
y no se quedaron sentadas
a esperar al caballero,
las libres, las tan sin miedo
que domaron al dragón.

Las que no necesitaron de rescate…

viernes, 2 de octubre de 2009

Salud por lo bueno...


Me gusta salir de noche y cantar, por muy cansado que sea el trabajo. Me gusta ese lugar del sur al que se ha vuelto religioso ir, por chamba o por amores, porque ahí he encontrado familia. Me gusta el carro destartalado en el que siempre nos movemos, pero me gusta con ella, porque siempre hay risas por más triste que pinte la estación. Me gustan las avenidas por las que siempre me muevo. Una es la taciturna y clandestina que está al lado de la casa, con tantos faroles como prostiutas.. es como vivir al borde del "otro lado". Otra es donde está mi oficina, donde juego (no a la perfección, tengo que aceptarlo) ese roll de administrativo para después convertirme en lo que realmente soy, es un juego tipo superman-clark kent, sólo que menos heroína y menos ñoña. Y la final, es esa calle que en realidad son varias, rodeando esa plazuela, ese jardín encantado que siempre tiene tambores y música. Me gusta mi oficina, porque a pesar de su tedio y de su semblante gris, tiene una ventana que me deja ver cómo atardece en los días soleados o me hace pensar en cómo construir la próxima arca cuando llueve. Me gusta saber quiénes me son indispensables y sentir que los quiero tanto que me desespero. Me gusta mi casa, ese caos en donde hace tiempo reinaba una total armonía y que por total nos aburrió, me gustó la maravilla de descubrir que la luz no dependía de ella. Me gusta que el socket de mi cuarto se haya descompuesto porque me hace encender las lamparas sin genio que me regaló mi Jai y que le dan un tono otoñal a la habitación. Me gusta mi cama con sus carreteras, un fantástico futón a diez centímetros del suelo, beigecito y cálido. Me gusta mi librero que, aunque pobre aún por economías, tiene sólo historias que me han cimbrado. Me gusta mi gente de acá, el de la eterna risa, el dictador y su hermana, el esotérico, el pecesito, el mil chistes y sus tambores, el gritón cuasimodelo, ella y yo... creo que estamos completos. Me gustan mis enemigos porque son útiles, me traen a la realidad de vez en cuando, cuando intentan sacarme de la burbuja de amor en la que vivo, aunque reboten en ella. Me gusta mi gente de allá, la sirenita de los mares y las ballenas, el que más ligero viaja y que no ha confesado que no quiere acabar la universidad por no salir de esa maravillosa etapa, la eufórica y la necia con sus crías, la eterna enamorada del amor, la güera y sus libros, el pupilo y sus risas provocadas al alcance del recuerdo. Me gusta mi familia, los rasgos de mi madre, el reconocerla por su olor y que el toque de su mano y el sonido de su voz lo curen todo; me gusta mi hermana, con su dulzura y su eterno contradecir, con su risa fácil y explosiva, con su imposible distancia; me gusta mi papá, con su bondad a cuestas, con su necedad de a "play station" por conservarme niña; me gusta el padre de mi hermana, por sus manos tibias y curativas, por su nobleza y su tácito amor. Me gusta haber tenido el amor y reconocerlo de lejos, me gusta que no duela y que ahí esté, como pasado asumido y atesorado. Me gusta mi tierra adoptiva, la que dejé lejos por que pensé que me quedaba chica, me gustan sus amarillos y sus resequedades. Me gusta mi universo... y me gusto yo, me gusta lo que soy para él.

jueves, 1 de octubre de 2009

A manera de entrada...


No voy a empezar de manera convencional, no habrá descripciones ni reseñas largas y tediosas como para que el desocupado lector sepa como quién mero está escribiendo la bola de patrañas que aquí se encontrarán, más que por cuestiones de seguridad (tan frecuentemente mencionadas últimamente) por mera flojera. Al fin y al cabo, mi intención es compartir esto con quienes tienen algún tipo de lazo conmigo, aunque siempre serán bienvenidos los ojos de cualquiera que asome su nariz a éste, su humilde espacio.



Cosas de fulanas..., será precisamente eso, un largo tratado de las cosas que "me-nos" suceden, o bien que nomás no pasan y quisiéramos que pasaran, también el vertedero de cualquier cosa que se atraviese en el camino. Debo decir que en realidad quería que se llamara Malas mañas, pero esta cosa, no sé porqué, en el título del blog no acepta la "ñ", así que opté por llamarlo de manera que hiciera referencia a mi mote: "La fulana", que más bien a pasado a ser como segundo nombre y creo que así, aunque sigue siendo general tiene mi toque personal y la fabulosa invitación tácita a que otras fulanas que rueden por el mundo participen de él.



Bienvenid@s sean pues!

Empezar a escribir y tener un espacio para hacerlo. Hoy, cansada de jugar el papel diurno de burócrata, me dispuse a encontrar algo interesante en la red. En tal trance, recordé que un muy entrañable amigo mío tiene un blog que en el que siempre me ha gustado husmear, por tener siempre, o casi siempre, las palabras exactas para describir los conciertos y desconciertos de la vida cotidiana. Sumergida en sus letras pensé que yo debería de tener un espacio tal, en principio como medio de desahogo para la creatividad, el corazón, la neurosis, etc. y en seguida por tener una mejor manera de atormentar a los que, porque sé que me quieren, leeran todo lo que ponga, o la mayor parte al menos.

Casi siempre escribo en estado de crisis o euforias, por lo que esta treta de abrir un blog también será funcional a manera de terapia, para obligarme a hacerlo diario sin necesidad de estar con los pelos de punta, sino como ejercicio, como para drenar ese montón de letras que se me agolpan en la cabeza y cuya salida es demasiado lenta para conseguir su total articulación. Generalmente creo que tengo cosas importantes que decir, aunque no siempre hallo el momento o la manera y mejor me quedo callada o sustituyo dichos mensajes por frases huecas, también generalmente siento que no digo "te quiero" lo suficiente, a lo mejor por falta de tiempo, de encuentros, de ganas, o porque siempre siento que soy mejor escribiendo que hablando y, aunque quisiera tener el clásico y fabuloso diario con dibujos locochones y letra bonita (cosa que he intentado cienes y cienes de veces, invirtiéndo mi poco capital en cuadernos re chulos elaborados a mano con papel amate y demás chunches), siempre desisto de tal idea por dejar olvidado en casa o en cualquier otro sitio el depositorio de mis más profundos pensamientos, por lo que he decidido que, aunque sea menos romántico y coqueto, lo haré a lo cibernético porque en cualquier lugar encuentro una PC... en fin, pretextos o razones para abrir este blog tengo de más, así que empezaré a hacerlo y me dejaré de elaborar justificaciones.