jueves, 22 de octubre de 2009

De reciprocidades...


Seamos francos, nadie hace nada sin esperar nada, nadie es tan buen samaritano como para invertir su tiempo, espacio, amor, dinero, fuerza, etc. en algo que no rendirá algo de fruto que beneficie de algún modo al individuo, entiéndase a nosotros mismos.

Hace días que vengo pensando esto porque yo soy de las que siempre dicen que si haces las cosas esperando algo a cambio, puedes decepcionarte a la hora de los resultados, que es mejor no esperar nada, así cualquier cosa te sorprende... aunque no siempre para bien, pero al menos no hay un desencanto de por medio. Creo que siempre he operado de tal forma, o al menos he fingido demencia lo mejor posible cuando las cosas no me salen como quiero y me limito a disfrazar la frustración, el dolor, el coraje o lo que sea con la mejor cara que tengo y diciéndole al o la, los o las responsables que no se preocupen, que no hay problema.

Pero hablemos también de justicia. Estoy de acuerdo que muchas de las cosas que uno da o realiza, lo hace de corazón y por el puro gusto de ayudar al prójimo-próximo, sobre todo si se trata de alguien a quien se quiere, sin embargo, no se puede evitar sentir que eso genera un compromiso !!desde los principios básicos del carnalismo pues!!... y es muy doloroso cuando uno se da cuenta de que no o de que no tanto al menos. Hicieron un barco y no sólo me subí para el crucero poca madre de la cosecha de los frutos, estuve trabajando a lomo rajado casi un año hasta que vimos resultados y el barco zarpó... y en aquel momento, el capitán o capitanes tomaron decisiones y tales fueron respetadas y acatadas, porque aunque todos pusimos un trozo de madera para construírlo, el barco siempre sigue siendo de quien es.

Ahora estoy haciendo yo mi barco, he tomado mis decisiones... ¿quién está y quién no?... cuasi absurda pregunta cuando se trata de la misma gente.


Perdón por la tristeza...


La brúfula...


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