viernes, 2 de octubre de 2009

Salud por lo bueno...


Me gusta salir de noche y cantar, por muy cansado que sea el trabajo. Me gusta ese lugar del sur al que se ha vuelto religioso ir, por chamba o por amores, porque ahí he encontrado familia. Me gusta el carro destartalado en el que siempre nos movemos, pero me gusta con ella, porque siempre hay risas por más triste que pinte la estación. Me gustan las avenidas por las que siempre me muevo. Una es la taciturna y clandestina que está al lado de la casa, con tantos faroles como prostiutas.. es como vivir al borde del "otro lado". Otra es donde está mi oficina, donde juego (no a la perfección, tengo que aceptarlo) ese roll de administrativo para después convertirme en lo que realmente soy, es un juego tipo superman-clark kent, sólo que menos heroína y menos ñoña. Y la final, es esa calle que en realidad son varias, rodeando esa plazuela, ese jardín encantado que siempre tiene tambores y música. Me gusta mi oficina, porque a pesar de su tedio y de su semblante gris, tiene una ventana que me deja ver cómo atardece en los días soleados o me hace pensar en cómo construir la próxima arca cuando llueve. Me gusta saber quiénes me son indispensables y sentir que los quiero tanto que me desespero. Me gusta mi casa, ese caos en donde hace tiempo reinaba una total armonía y que por total nos aburrió, me gustó la maravilla de descubrir que la luz no dependía de ella. Me gusta que el socket de mi cuarto se haya descompuesto porque me hace encender las lamparas sin genio que me regaló mi Jai y que le dan un tono otoñal a la habitación. Me gusta mi cama con sus carreteras, un fantástico futón a diez centímetros del suelo, beigecito y cálido. Me gusta mi librero que, aunque pobre aún por economías, tiene sólo historias que me han cimbrado. Me gusta mi gente de acá, el de la eterna risa, el dictador y su hermana, el esotérico, el pecesito, el mil chistes y sus tambores, el gritón cuasimodelo, ella y yo... creo que estamos completos. Me gustan mis enemigos porque son útiles, me traen a la realidad de vez en cuando, cuando intentan sacarme de la burbuja de amor en la que vivo, aunque reboten en ella. Me gusta mi gente de allá, la sirenita de los mares y las ballenas, el que más ligero viaja y que no ha confesado que no quiere acabar la universidad por no salir de esa maravillosa etapa, la eufórica y la necia con sus crías, la eterna enamorada del amor, la güera y sus libros, el pupilo y sus risas provocadas al alcance del recuerdo. Me gusta mi familia, los rasgos de mi madre, el reconocerla por su olor y que el toque de su mano y el sonido de su voz lo curen todo; me gusta mi hermana, con su dulzura y su eterno contradecir, con su risa fácil y explosiva, con su imposible distancia; me gusta mi papá, con su bondad a cuestas, con su necedad de a "play station" por conservarme niña; me gusta el padre de mi hermana, por sus manos tibias y curativas, por su nobleza y su tácito amor. Me gusta haber tenido el amor y reconocerlo de lejos, me gusta que no duela y que ahí esté, como pasado asumido y atesorado. Me gusta mi tierra adoptiva, la que dejé lejos por que pensé que me quedaba chica, me gustan sus amarillos y sus resequedades. Me gusta mi universo... y me gusto yo, me gusta lo que soy para él.

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