jueves, 29 de septiembre de 2011

Justificar a ambos lados
Puedo sentirte dentro, creciendo poco a poco, llenando despacito los vacíos que inventé y que me he creído tantos años. Después del miedo, de la incertidumbre, de la indecisión, ha llegado el remanso de la certeza, de la espera emocionada, la maravilla de la vida, la sorpresa y la incredulidad de verte ahí, en movimiento, dentro mío... un gigante encapsulado, el amor hecho materia, forma perfecta, manos, pies y un corazón latiendo acelerado, con la prisa de vivir.

Ayer, por vez primera, diste señales en mi costado, fue como un destello de electricidad, la confirmación de que eres real, de tí adentro de mí, pasaste de lo onírico a lo sensible... un enorme salto de la imaginación al mundo real.

Ahora que te sé, pienso en la realidad que habito, temo al universo que te ofrezco, esta hecatombe de maravillas y desastres, de seres de luz y monstruos terribles, de animales quiméricos y bestiarios, de euforia incontenible y tristeza que desbroza. Quisiera tener manera de preparar tus ojos a lo que verás sin matar tu capacidad de asombro, de cubrir tu corazón con algodones antibalas sin hacerlo endurecer, de hacer indoloras tus posibles heridas sin quitarte el milagro de sentir esa tisteza que también ilumina, de dejarte vivir sin pesadas consecuencias.

Tu llegada es un encontronazo de dos mundos, el choque de todos mis "yo", el Big Bang del que nacerán mil nuevas formas de vida.

Él y yo te estamos esperando, atentos a cada movimiento tuyo, a cada evolución, a cada parpadeo, tenemos mi cuerpo como espejo de tus gestos, nuestros sueños como esferas del futuro.

Tú me conoces desde ahora, me sabes y te sé porque estamos insertados uno en el otro y visceversa, pero quiero hablarte de él, de ese que te habla de repente, del que desde ahora está intentando enseñarte dibujando en mi barriga, del aparente espectador, activo protagonista... él es tu padre, un hombre de ojos nobles y luminosos, una bombita de amor caminando diariamente por las calles, sabio y torpe como todos, como tú también serás, pero lleno de aventura y poseedor de los brazos más firmes si se trata de sostenernos, del caparazón más duro si hablamos de protegernos, el más valiente si a quien ama tiene miedo, el más tierno y curativo cuando punza el dolor... es nuestra casa, nuestro héroe y compañero.

Cuando llegues, abre bien los ojos, no te pierdas de nada que puedas vivir, comete errores, aprende de ellos, constrúyete, derrúmbate y vuelve a edificarte, aprende a perdonar, pero recuerda la lección, se libre sin esclavizarte en la premisa, ama hasta donde puedas y todo lo que puedas, llora sin vergüenza, ríe sin mesura... vive, haznos amarte aún más.

Tu mamá.

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