
Y por fin te fuiste al mar. Volviste a tus orillas convertida en sal, transformada, etérea, inmune a los maremotos, a la vida, impalpable, blanca. Finalmente al mar. Como la poetiza aquella, pediste a la nodriza tierra que abullonara tu cama de arena y te cubriera de algas. Te fuiste, te vas, te sigues yendo... y a veces vienes por la noche y me miras, como de lejos. Yo forzo la memoria para guardar los detalles de esos minutos de sueño, en los que me confirmas que andas cerca, que sigues dentro. Ahora habitas la marea, te diluyes entre peces y arrecifes, te revientas sobre rocas y te elevas. Cuando la luna está gorda, estiras los brazos queriendo tocarla, ambiciosa y hambrienta, hipnotizada, con los ojos ávidos de luz. Ahora el cielo es tuyo y juegas a tapar con tus dedos las estrellas, a destantear al mundo con nuevas constelaciones. Mi flor, mi lirio de mar, necesito recordarte y dibujo cada día tu cara para que no se me disuelva con el tiempo, necesito imaginarte en esa playa para ...