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Tipografiándote...

Me gustan tus ojos cuando se pierden, cuando te vas hacia algún lado y no sé qué estás pensando... me gusta adivinarte. Me gustan tus manos largas, delgadas, suaves sobre mi piel... firmes y seguras. Me gusta tu risa, la explosión colorida de tu carcajada, su verbena, sus juegos pirotécnicos. Me gusta el corazón que me dibujas en el aire, palpitante, humano, amorfo, de carne. Me gusta la franqueza de tus gestos, esos que te delatan, que me cuentan cosas a pesar de tí. Me gustan tus silencios, los que te pintan de misterio, los que no me dejan ver... me gustan tus verdades escondidas detrás de ellos. Me gusta tu voz que, casi siempre antes que el sol, me abre los días. Me gusta estar dibujada en las líneas invisibles de tus manos, no las que hablan de destino, sino las que imagino para inventarme en tu vida. Me gusta ser tan yo, me gustan todos tus tú, me gusta este "nosotros" tácito, no prometido, en construcción. Me gusta ser carne de cañon en este juego, no tener más escudo...

Él

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Él atraviesa la calle, sale de lo oscuro y camina hacia mí como delineando la luz en esa bocanada de oscuridad, en la noche. Y como si su paso fuera el detonante de algún candelabro, la acera se ilumina. Un paso, otro... poco a poco llega a mí. Él, cadencioso siempre, me envuelve primero con los ojos, después con los brazos y su cuerpo entero termina la faena. Las noches con él son una carcajada sonora, son mis ojos inyectados de luz, empequeñecidos de ternura y abiertos, siempre abiertos como bocas enormes, devorando cada uno de sus movimientos, anotando minuciosamente cada gesto. Así recorre todos mis sentidos. Mis manos palpan cada una de sus texturas, memorizándolas. Mi boca voraz, le devora cada milímetro de piel, de idea. Mis oídos distinguen hasta el más mínimo de sus latidos, al grado de poder clasificarlos. El olfato ha elegido su sitio, el lugar que define su aroma: los escasos milímetros que forman el puente de su labio superior cuando me besa. Me gusta perderme en él, en ...

Mago

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Ese día amaneció nublado, no sé bien si afuera o adentro, y transcurrió gris, rutinario, tan medianamente bueno que apenas recuerdo pinceladas gruesas de sus horas. Llegó la noche, terminaron mis diez horas de tedio, pero aún restaban deberes y, como siempre, me dije "son sólo dos horas más, que quizá pasen ligeras con un par de cervezas"... Usted sabe cómo soy. Entré, el bar sólo y sólo él... ahí, sentado frente a la silla del exilio, la que me hace estar con todos pero ajena. Tenía un whisky que no era whisky (según posterior explicación y tardío entendimiento)por único adorno en la mesa y en la cara. Comenzó el circo, lancé las primeras notas con su rostro aún ajeno y él ajeno a mi voz. Después de algunos zarpazos torpes, tratando de adivinar su soledad, conseguí sus ojos. Se levantaron, poco a poco, como un sol que no quiere amanecer, desató su mirada de la mesa y me fue regalando lapsos de ella cada vez más prolongados. Tenía una tristeza que todavía no adivino y que aún...
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Cada paso que se da es el "Erase una vez..." de una historia que comienza y que nunca, nunca se sabe dónde parará. Hay pasos que se adhieren a viejos cuentos, gente que entra de secundario a historias principales que tienen más que plantados a sus protagonistas. Hay pasos que cambian el rumbo, que quiebran el camino o que retroceden. He protagonizado algunas fábulas ajenas, seguro he pasado desapercibida en otras, algunas veces me hubiera gustado ser al menos una antagonista que mereciera el odio de cualquier lector, que metiera en líos a la princesa del cuento haciéndole vudú y seduciendo a príncipes que, por humanos, no tienen el más mínimo rastro de azul... pero me he quedado en el mero papel de cuasiextra, lamiéndome las heridas y comiéndome la cabeza en emboscadas que se me ocurren ya que el príncipe se llevó a la doncella al país del "y fueron felices para siempre"... y mi reina, vous ê tes allé a la merde. Triste pero cierto. La parte buena es que siempr...
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Cada vez que aparece, las puntitas de mis pies se asoman un poco más al desfiladero... él con la mano en mi espalda y su risa tramposa. Yo, con mis eternas ganas de aventarme y sentir como se me sube el corazón a la garganta. Ésta es la segunda vez que me roba toda frase inteligente, cualquier argumento que me sirva de coraza contra el filo de sus ojos. Los versos se me escurren de la boca, se me escapan y anidan en cada uno de sus recovecos, van dejando sus huellas por caminos que después recorro con mi lengua, borrando cualquier vestigio, como queriendo evitar que alguien sepa que estuve ahí, aunque yo guarde su sabor por siglos. Cada vez tardo más en regresar, me quedo ahí atorada. Él mete las manos en mi cabello y se enreda con los hilos de mi cabeza, tira y tira y sigue tirando de mis pensamientos todavía días después, como deidad que exigie fe del feligrés y pone traspiés para que éste último termine por necesitarle, por ser adicto a su milagro... soy una marioneta en su teatro d...

Si de mujeres hablamos...

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Te debo un viaje de la estrella que inventaste hasta tu vientre, te debo el alimento de tu sangre, el alojo en detrimento de tu cuerpo. Te debo los baños de sol y los ojos despiertos, la risa infantil y la paz en el gesto, te debo el milagro de tu abrazo... ése olor tan familiar. Te debo una casa con historias, te debo el dolor de una ruptura, te debo la dureza, el mantenerte entera cuando aquel ya no era el hombre que tú amaste, el haberme hecho tan feliz apesar de tu tristeza. Te debo una ciudad llena de arena que me dejó edificar cien mil castillos, te debo los lirios en aquel desierto, te debo la falta de fe en un dios, pero también la falta de miedo, te debo el amor a mí misma, mi completud, mi independencia. Te debo el juicio de mis ojos, el filo de mi lengua, mi criterio sin candados, te debo la firmeza de mis manos, te debo el poder hacer canciones, el maravillarme con los libros, te debo el saberme extraordinaria. Te debo mi capacidad d...

No matter's what...

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... y pido perdón porque a pesar de todo tengo el cinismo de creerme afortunada. Confieso que los últimos acontecimientos me han hecho sentir escenarios huecos, soledades graves. Tengo frases sueltas en la cabeza, frases que no he dicho, que hago yo y que hacen otros, sentencias que a veces curan y otras rompen, tengo monosílabos telefónicos que agravan distancias, tengo cartas sin respuesta, poesía de analfabetos, canciones para sordos, promesas que lastiman por no haber sido cumplidas y visceversa, tengo sus diferentes tonos de voz grabados en la cabeza, puedo adivinarles hermandad y lazos rotos, amor y desamor, tengo sus ojos tristes y desorientados todas las mañanas porque no encuentra explicaciones, tengo los míos, iguales también. Tengo dudas que iluminan, verdades que apagan la luz, tengo ganas de andar, de cerrar capítulos y tengo también nostalgia, dolores y miedo de hacerlo. Tengo semanas vacías desde el 11 de enero, tengo un domingo que me vació el resto del año, tengo un ve...